
YO...
como cualquier otro mortal caí bajos tus influjos, basto contemplarte un momento para rendirme a tus pies.
Hechizada como la mejor princesa de un cuento de hadas para niños, y no por comer una manzana, ni beber una posion mágica, solo tu majestuosa presencia hizo todo.
Es que estas ahi en la noche, alumbrando mi desconcertada vida, eres mi sosiego, mi remanso.
No sé que hechiceria aplicaste en mí, como en otros seres, que desde ese día solo anhele verte, observarte detenidamente, contemplarte hasta extaciarme.
Sentirme ahí y a veces tan distante.
Mover mi lapiz al compás de una melodía que me quema la sangre al escucharla, porque mis oídos solo perciben notas musicales que traen tu imagén hacia mí y termino desparramando en un papel letras sueltas, versos inconclusos que siempre hablan de tí.
Porque solo tú despiertas en mi esas ganas de decir y no decir, lo que clamo desde adentro, y que quisiera... o no, gritarlo a los vientos. Porque a veces sé que esto es tan mío, que nunca percatas los sentimientos que provocas.
Me arrancaste un trozo de corazón, quizás ese que contiene sentimientos arraigados; te los llevaste, pero nunca supe, ni sé ...que hicistes con esos pedacitos de mí.
Mutilada creo sentirme a veces, porque sé que algo falta en mí, y deambulo clamando para que me restituyas las piezas faltantes, así puedo remendarlo, y con el tiempo cerrar esa herida y con el tiempo aspirar a que un buen cirujano plastico haga su mejor labor ocultando cicatrices.
Esas marcas que siempre te ves, cuando te miras al otro lado del espejo, en el espejo del alma...
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